Libros silenciosos: cómo contar historias sin palabras
Nadia Romero Marchesini es licenciada y profesora en Artes Plásticas, egresada de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de la Plata. En 2022, su libro El río infinito resultó finalista en el concurso internacional Silent Book Contest. En esta entrevista, cuenta qué características tienen los libros silenciosos y cómo es su proceso de creación.
Cuando la contactamos, Nadia está en la calle, en pleno viaje, y más tarde da clases. Intercambiamos algunos audios de WhatsApp. Es de esas personas a las que se les escucha la sonrisa, como si también llevara en la voz el color de sus ilustraciones. Ya desde su casa nos cuenta que vive sobre una avenida y que justo está pasando una manifestación. Le preocupa que el ruido de afuera impida la entrevista. Sin embargo, la escuchamos claramente y la manifestación parece un río mudo.
Ella conoce el arte del silencio. Su primer libro silencioso, Il fiume infinito (en español: El río infinito), ha hecho una entrada triunfal en el género. En 2022, resultó finalista en el Silent Book Contest, el concurso internacional más importante dedicado exclusivamente a este tipo de libros. «Lo trabajé especialmente para mandar a ese concurso», cuenta Nadia.
El certamen, organizado por Carthusia Edizioni, lleva el nombre de uno de sus creadores, Gianni De Conno (1957-2017), un destacado ilustrador italiano; en 2022, va por la novena edición. Todos los años la editorial con sede en Milán convoca a diseñar un libro que sea pensado exclusivamente para la narración de una historia mediante imágenes. El tema es libre y debe estar destinado a un público amplio y diverso, independientemente de su género o edad. Un jurado internacional selecciona a las y los finalistas, que se anuncian cada año. Las obras se exhiben en una muestra en la Feria del Libro Infantil de Bolonia (Bologna Children's Book Fair) y también en el Salón Internacional del Libro de Turín. Allí se anuncia la persona ganadora, que recibe un premio económico y la publicación del libro por parte de la editorial, con sus respectivos contratos, regalías y demás.

La Argentina tiene historia en el concurso, con una destacada presencia de mujeres. En la segunda edición, que fue en 2015, ganó la ilustradora argentina Mariana Ruiz Johnson, quien luego integró el jurado en 2017 y 2018. Además, en otras ediciones, quedaron finalistas Yael Frankel (2016) y Nella Gatica (2019).
En 2022, el jurado seleccionó 13 obras y es, hasta el momento, la edición con más finalistas de este país. Además de a Nadia, eligió a Darío Maximiliano Moreno y Dina Pérez.
Para ella, llegar tan lejos no es producto de la improvisación. «El proceso de creación del libro me llevó bastante tiempo, más de dos años estuve trabajando», explica y enseguida trata de salirse del centro de la atención. Sabe que el libro fue su idea, surgió tras mucho trabajo y tiene su firma, pero calla todo eso y elige poner el foco en el respaldo de sus colegas. «Presenté el proyecto en una clínica que nos dio María Wernicke» y nombra a la gran ilustradora argentina con sumo respeto.
«La clínica de proyectos se dio en el marco de una serie de iniciativas de la Asociación de Dibujantes de Argentina, con sede en La Plata, para capacitar y profesionalizar a sus miembros. En este contexto, presenté el proyecto ante María y mis colegas y, en grupo, lo fuimos trabajando. Lo terminé, lo envié al concurso y, con mucha felicidad, este libro fue uno de los 13 seleccionados por la editorial».
Una de las páginas dobles de Il fiume infinito
Después, en busca de definiciones, le pedimos que nos hable sobre este tipo de libros. «Un libro silencioso es un libro sin palabras escritas. El texto no aparece en modo explícito, sino que subyace a las imágenes. Es un libro que está construido solo a partir de imágenes; la historia se narra con ellas», explica.
Otra página doble de Il fiume infinito
Menos es más. Las imágenes son portadoras de sentido, por lo que la ausencia de palabras impresas amplía las posibilidades de interpretación de quien lee. Según ella, la cultura visual que nos atraviesa desde hace unos años nos ha dado las herramientas para decodificar estas representaciones. «Lo que me parece aún más importante es que estos libros cobran un sentido abierto y esto posibilita diferentes modos de abordar historias contadas a partir de las imágenes».
Son libros sin palabras, pero el texto no está ausente del todo. «Subyace o acompaña de un modo invisible la construcción de las imágenes. En la ilustración, siempre se trabaja a partir de un texto, de un guion o de un enunciado. El texto aparece de manera explícita o implícita, pero siempre está. La ilustración, de algún modo, viene a iluminar eso que está dicho pero no se ve», describe Nadia.

La ausencia de texto impreso no solo abre el libro a distintas interpretaciones, también allana el camino a lectores y lectoras incipientes. Les permite leer con autonomía, sin depender de otra persona. Posibilita una lectura íntima, directa, sin mediación.
Para abordar la cuestión del público, Nadia prefiere cederle la palabra a una de sus referentes: Isol. «A ella una vez le preguntaron cuál era el público lector de este tipo de libros y ella respondió que los libros pueden ser leídos por personas de 0 a 100 años. Me parece que es la respuesta que engloba todo esto que estamos tratando de definir… Cualquier persona capaz de decodificar una imagen puede interpretar estas lecturas».
Hacia el final, hablamos de Artes Plásticas. Crear un libro mudo puede ser una buena propuesta didáctica para estudiantes de todos los niveles educativos. Entonces le pedimos consejos y ella, generosa como es, comparte su método:
«Recomiendo comenzar a escribir un guion o una sinopsis de qué es lo que quiero contar. Primero, tengo que saber qué quiero contar y, luego, sí, me pongo a trabajar en cómo lo voy a contar. Ese cómo lo voy a contar significa empezar a pensar qué personajes, qué escenarios, cuáles van a ser los formatos, las técnicas, etc. ¿Cuál es la idea, qué es lo que quiero decir con esta historia?».
Para Nadia, puede ayudar mucho tomar prestadas herramientas del cine, del mundo audiovisual: los tipos de planos, las pausas, los silencios, el tiempo en el que está contada una historia, los puntos de vista, quién narra, de qué manera va a contar la historia, cuál podría ser el género. «Creo que todas estas cosas están implícitas en nuestro imaginario visual. A la hora de crear un libro silencioso, podemos traer a nuestra mesa de trabajo todas estas ideas».
Antes de terminar la entrevista, le preguntamos por sus libros silenciosos preferidos. Nombra tres de su biblioteca: La piscina, de Ji Hyeon Lee; La bruja y el espantapájaros, de Gabriel Pacheco, y El bosque dentro de mí, de Adolfo Serra.
Nos despide con una invitación a seguir leyendo: «Yo recomiendo leer más libros silenciosos porque creo en el poder de la imagen para narrar y para contar historias. Que estos libros estén en la currícula escolar me parece fundamental».
Entonces el audio con su voz termina y la oficina del portal queda en silencio. Un silencio ideal para ponerse a leer.
Sobre Nadia Romero Marchesini
Nadia Romero Marchesini es licenciada y profesora en Artes Plásticas, egresada de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de la Plata. Ilustró varios libros infantiles, entre ellos, Formas de ver de Liliana Bodoc, El osito lila de Carmen Bueno Senante y Zurribulle de Raimundo Lara. Sitio web / perfil en Instagram.
Ficha
Publicado: 05 de junio de 2022
Última modificación: 25 de agosto de 2022
Audiencia
General
Área / disciplina
Artes Visuales
Arte
Literatura
Nivel
Inicial
Primario
Primer Ciclo
Segundo Ciclo
Tercer Ciclo
Secundario
Ciclo Básico
Ciclo Orientado
Categoría
Entrevistas, ponencia y exposición
Modalidad
Todas
Formato
Texto
Etiquetas
libro
libros infantiles y juveniles
literatura
lectura de imágenes
ilustración
Autor/es
Verónica Ruscio
Licencia
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