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Un minuto por mis derechos. Cuando una excusa vale la pena

En el año 2002, se produjo una alianza entre Unicef, la European Cultural Foundation y el Sandburg Institute para impulsar la iniciativa The One Minutes Jr.–Un minuto por mis derechos– en toda Europa. Hablamos con algunos de los chicos y con Susana Landau, coordinadora general del proyecto, para que nos contaran sobre la Fundación.


En el año 2002, se produjo una alianza entre Unicef, la European Cultural Foundation y el Sandburg Institute para impulsar la iniciativa The One Minutes Jr.–Un minuto por mis derechos– en toda Europa. Este es un proyecto que convoca a adolescentes de entre 14 y 21 años a expresarse sobre sus derechos a través del lenguaje audiovisual y mediante la realización de videos de 1 minuto de duración.

La iniciativa llegó en el 2005 a América Latina a través de la Fundación Kine Cultural y Educativa, impulsada por Unicef - Oficina de Argentina, en el marco de su Programa de Comunicación.

El año pasado, 2007, tercer año del proyecto en nuestro país, el videominuto Bebé, más allá de la niñez, realizado por adolescentes de Jujuy, ganó el concurso internacional Media Magic - make a difference! One-minute Video Contest, que se llevó a cabo en Nueva York. Fue elegido entre 10 finalistas de todo el mundo.

Hablamos con algunos de los chicos y con Susana Landau, coordinadora general del proyecto, para que nos contaran sobre la Fundación.

 

Bebé, más allá de la niñez
 

 


21052008Hablamos con Lorena Maizares: Soy de Jujuy, de Humahuaca. Yo tenía 11 años cuando empecé a ir un taller en la Casa de la Cultura de Tantanakuy adonde iban chicos a aprender cine y video.

—¿Tenías algún interés en particular por el cine?

Lorena: —No, en realidad no. Humahuaca antes tenía cine, pero cuando dejó de pasar el tren… ya no había más. Lo cerraron porque decían que ya no podían llevar más las películas, así que los chicos de la nueva generación, como yo, no conocíamos lo que era el cine y, algunos, los que tenían la posibilidad, iban a la capital a ver películas.

—¿Se manejaban sólo con la televisión?

Lorena:
—Y tampoco, porque no todos teníamos tele. Entonces una maestra, Aldana Loiseau, empezó a ir de visita a los colegios e invitaba a los chicos para que fueran a un taller para expresarse, y ahí empezamos a ver películas y a dibujar y todo eso.

—No sólo era una cuestión de tiempo: un minuto; también tenían que tener en cuenta la temática: los derechos de los niños… ¿Ya estaban familiarizados con el tema?

Lorena: —Sí, porque Aldana siempre nos hablaba, desde el principio, de que la meta era esa: enseñarnos sobre los derechos, los valores y las obligaciones que también tenemos. A esa altura, ya éramos cinco que íbamos juntos. Incluso Aldana nos decía que no teníamos que pensar en los derechos comunes, como comer, trabajar, etc., sino en los derechos de nuestro ambiente, por ejemplo el derecho a reclamar sobre nuestras tierras o sobre nuestra cultura. Nos impulsaba a inventar nuevos derechos.

—Una localización de los derechos… Es decir que los estimulaba a inventar derechos “locales”, que fueran solo suyos, con los que se identificaran…

Lorena: —Exactamente. Ella nos decía que teníamos que hacer “nuestros” derechos. Porque por ejemplo, allá hay mucha discriminación y siempre nosotros hablábamos de los españoles y ella nos explicaba que eso era antes, que no debíamos hablar de ese modo.

—Es decir que desde las instituciones u organismos se insiste en conseguir ciertos derechos; por ejemplo, el derecho al niño a no trabajar, a que se termine la explotación infantil. Sin embargo, comentás que el contexto o la situación personal de cada uno pueden variar el sentido, ya que si los chicos no trabajan, que es lo que se pide, su familia no come. Es decir, que la teoría termina donde empieza la práctica. Hay que aprender a “leer” al otro en su hábitat y su circunstancia…

Lorena: —No se quiere que los menores trabajen, pero si no trabajan, sus familias no comen y entonces no pueden estudiar; la vida los obliga a eso: a ayudar a la familia. Entonces nos decíamos a nosotros mismos: el derecho a no trabajar, pero depende del ambiente porque no podemos decirle a un chico que no trabaje cuando en realidad la familia lo necesita… ¿cómo hacen para sostener a la familia y a sus hermanitos, no? Otro tema del que siempre hablábamos es el de la cultura cerrada, como que la gente que viene de afuera tiene mucha desconfianza; yo creo que eso es más por la historia pasada. La gente se sintió muy golpeada, entonces, cuando llega gente nueva siempre se desconfía. Cuando nosotros llegamos con Aldana, muchos padres de los chicos no querían que sus hijos fueran a estudiar a la ciudad, porque decían que el chico se iba a perder. Es decir, la misma gente de Jujuy no quería que sus hijos fueran a la ciudad. Hay mucha gente nueva y con esto del patrimonio, ahora la gente que antes vivía de la naturaleza no puede ni cortar una rama. Entonces ¿como vive esa gente?

—Las paradojas de la cultura: te hacen figurar en el mapa, te “ponen” en el mundo pero te sacan el tuyo…

Lorena: —Exactamente. Entonces este chico va, le gusta lo nuevo que trae la gente y se olvida de su cultura. La cultura se ha vuelto muy diversa y entonces los padres tienen miedo de que se diluya la propia, que la pierdan. Los chicos empiezan a renegar de su historia, de la vida de sus abuelos, lo niegan y eso es muy triste.

—¿Cómo organizaban el trabajo de corrección o de ideas?

Lorena: —Y, a veces, nos íbamos a nuestras casas y nos decíamos: “mañana traigan escrito ideas”, y acá pasaba algo muy bueno: los varones casi nunca escribían. Venían y empezaban a largar ideas, largaban y largaban. Ellos no escribían, pero pensaban, y cuando venían a la reunión siguiente lo decían todo.

Hablamos con Nicolás Fernando Di Tizzio, otro de los participantes del video elegido.

—¿Cómo trabajaron el tema del tiempo?

Nicolás: —Y, por ejemplo los talleristas nos decían: “si tenemos una caminata que va de aquí hasta allá y no te aporta nada, suprimí esta caminata, tratá de buscar objetos o pensá el lugar adecuado para la posición de la cámara para poder, así, ir suplantando ideas".

—En relación con los temas. ¿Notaron que hay temáticas que se repiten?

Nicolás: —Cuando yo hice el primer taller en San Fernando, casi los 25 chicos propusimos el mismo tema: la discriminación a la vestimenta y el prejuicio que ésto conllevaba. También nos pasó lo mismo con otro tema: la adolescente embarazada.

—Eso significa que la problemática está pisando fuerte, que está latente en el imaginario colectivo, en toda una población que probablemente ni se conoce, y sin embargo, los aúna…

Nicolás: —Y sí, había muchos que habían tomado el mismo tema. Entonces quiere decir que algo estaba pasando, porque no es que se copian. Evidentemente todos tenían la misma preocupación.

—¿Les gustaría estudiar cine en el exterior?

Lorena: —A mí estudiar acá ya me parece suficiente, porque para mí venirme desde Humahuaca ya es un gran paso, y después veré, porque como el cine va para todos lados…Yo siempre tuve la fantasía de tener un cine móvil e ir de acá para allá.

Hablamos también con las talleristas:

—La técnica es una excusa, lo primero es llegarle al joven ¿no?

Cynthia Judkowski:
—Lo que tenemos que lograr es crear un lazo de confianza entre el chico y el tallerista. Una vez que esto está consolidado, el pibe empieza a mover lo otro, a sentirse con permiso y derecho para “opinar”. En un taller, este año, nos pasó algo bastante especial. Había una nena de 12 años que nunca participaba; siempre venía, se quedaba a un costadito, escribía, pero ni una palabra. Termina el taller y en la última reunión ella interrumpe y dice: esperen, yo les quiero contar un poema que estuve escribiendo durante todo el taller sobre los derechos, y era increíble. De hecho, se convirtió en uno de los videos de 1 minuto: Poema Audiovisual.

Este año, le tocó a Salta. El jurado del V Encuentro Hispanoamericano de Cine y Video Documental Independiente de México ha distinguido al videominuto San Expedito, área restringida.

Susana: –Lo que creemos es que no somos psicólogos ni mucho menos, pero que al menos les damos una posibilidad, no de salvarse del dolor pero sí de liberarse a través del arte, de encontrar otro modo de decir NO.

La fundación es una excusa. Lo que ha logrado el equipo de Kine es poder ir más allá de la teoría. Lo que se ha logrado es un trabajo personalizado en la búsqueda de las necesidades de cada niño. ¿Acaso alguien cree que todos los que nacimos el 30 de junio de 1965 somos iguales? Entonces ¿por qué creer que todos los niños del mundo necesitan hacer valer los mismos derechos? Los “verdaderos derechos” no son aquellos que están escritos en la Constitución de cada país, sino las necesidades propias y específicas de cada persona. Un derecho es algo natural, es lo que se exige porque se necesita de verdad y según las circunstancias de cada individuo.

Otros proyectos de La Fundación:

La mochila audiovisual: http://asentamientonomade.blogspot.com/2007/11/carrera-demente-dentro-de-la-mocila.html: 100 mochilas que viajan por todo el país con las producciones de los chicos.

Para ver los videos y conocer más sobre el proyecto www.1minutoxmisderechos.org.ar
Contacto: Susana Landau - susy@fundacionkine.org.ar
info@fundacionkine.org.ar -
www.fundacionkine.org.ar

 

 

Ficha

Publicado: 21 de mayo de 2008

Última modificación: 27 de julio de 2022

Audiencia

Docentes

Área / disciplina

Artes Audiovisuales

Nivel

Secundario

Ciclo Básico

Ciclo Orientado

Categoría

Entrevistas, ponencia y exposición

Modalidad

Todas

Formato

Texto

Etiquetas

Unicef

derechos de los niños

documental

educación audiovisual

Fundación Kine

Autor/es

Betina Lippenholtz

Licencia

Creative Commons: Atribución – No Comercial – Compartir Igual (by-nc-sa)


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