El resurgimiento de las ciudades europeas a partir de los siglos X y XI
El papel de las vías fluviales
“Podía
ocurrir, sin embargo, que un pequeño lugar de carácter municipal, dada
su situación junto a una vía comercial importante o su conexión con una
producción local apropiada para la exportación, fuese visitado por
mercaderes de paso que a veces se establecían allí atraídos por las
posibilidades de ganancia que les ofrecía. El lugar en cuestión podía
convertirse de esta manera en un centro municipal de mayores
proporciones.
Durante la época de que nos ocupamos,
las vías fluviales y marítimas eran preferidas por los mercaderes para
sus viajes y el transporte de mercancías; solo al final del período
comenzó a atenuarse esta tendencia. Los comerciantes trataban de
reducir, en general, su utilización de las vías terrestres a un mínimo
indispensable. Preferirían cargar sus mercancías sobre acémilas más que
en carros dado lo defectuoso de las condiciones de viabilidad y porque
el transporte terrestre debía efectuarse a veces por simples senderos
secundarios. Esta es la razón de que los lugares municipales solo
pudiesen desenvolverse prácticamente en las cercanías de los ríos.”
J. Dhondt. La Alta Edad Media: Historia Universal.
Siglo XXI, 1975.
El papel de las estaciones intermedias
“Los
viajes y transporte de los mercaderes solo muy raramente se efectuaban
de noche, y de ello se derivaba una nueva función de los centros de
carácter municipal: la de estaciones intermedias en los viajes
efectuados por etapas. De hecho, se ha comprobado que las distancias
entre ciudades situadas junto a los ríos evidenciaban una cierta
regularidad, y correspondían a la distancia que normalmente se recorría
en un día. […] Los centros de este tipo se hallaban fortificados en su
mayoría. Los mercaderes habían de detenerse e interrumpir su viaje en
ellos y aprovechaban, en tales ocasiones, para entrar con contacto con
productores del lugar, o en todo caso, con las gentes económicamente
activas que podían ofrecerles algunos servicios.
Uno
de los motivos para buscar los centros fortificados al hacer una etapa
radicaba en la enorme inseguridad. […] A estos efectos, los castillos
erigidos por el poder regional garantizaban en las zonas abarcadas por
su radio de acción un cierto orden y tranquilidad. Estos eran en
realidad, los parajes que se constituían preferentemente en los
primitivos núcleos municipales y los más antiguos mercados.”
J. Dhondt. La Alta Edad Media: Historia Universal. Siglo XXI, 1975.
El papel de las actividades mercantiles
“[…]
El grado de conversión de tales lugares en verdaderas ciudades
dependía, ciertamente de la coincidencia de diferentes circunstancias
favorables, entre ellas el poder adquisitivo local en cuanto
consecuencia de una población numerosa o el grado de riqueza d los
compradores aislados, o bien la exigencia de una especial producción
local, de naturaleza agraria o industrial (artesanal), que ofreciese
posibilidades de exportación a zonas más o menos lejanas.”
J. Dhondt. La Alta Edad Media: Historia Universal. Siglo XXI, 1975.
La posibilidad de movilidad social
“[…]
A su vez, esta evolución era de la mayor importancia para la fuerza de
atracción que el lugar pudiese ejercer sobre la población de las zonas
agrícolas de los alrededores. Muchos campesinos decidían asentarse en
la ciudad si veían en ella mejores posibilidades de vida o ganancia.”
J. Dhondt. La Alta Edad Media: Historia Universal. Siglo XXI, 1975.
La religiosidad y el papel de las peregrinaciones
“[…]
Pero también un factor de tipo espiritual resulta favorable. Las gentes
de la época gustaban de peregrinaciones. […] Existían innumerables
centros de peregrinaje, y muchas ciudades que, sin significado
industrial (artesanal) y comercial alguno, radicaban junto a los más
importantes caminos recorridos por peregrinos, obtenían enormes
ventajas de dicha situación. […] El número de peregrinos aumentaba, por
supuesto con ocasión del día dedicado al santo cuyas reliquias se
hallaban en la ciudad: éste es el origen de las ferias, que en un
principio sólo eran fiestas de carácter religioso y que pronto
comenzaron a atraer no sólo a los peregrinos sino también a los
mercaderes, que deseaban vender sus mercancías a esta insólita
muchedumbre de consumidores.”
J. Dhondt. La Alta Edad Media: Historia Universal. Siglo XXI, 1975.